El mágico Palacio de Buçaco

 


Visita recomendada por mi amigo Juan José Sánchez del Río

de la Agencia de Viajes Traventure de Badajoz

https://viajestraventure.com/


Tengo el honor de acceder al Palacio de Buçaco por la Puerta de la Reina (Porta da Rainha) Doña Catarina de Bragança, reina de Inglaterra que en 1693 quiso visitarlo por motivos de fe, cuando a las mujeres se les prohibía la entrada.

Puerta de la Reina

El Palacio de Buçaco está situado en la cordillera de la Sierra de Buçaco en la región Centro de Portugal, concretamente en el municipio Luso de Mealhada. Se encuentra rodeado por el misterioso Bosque de Buçaco (Mata do Buçaco) que cubre un área de 105 hectáreas y está cerrado por una muralla de 11 puertas.

Nada más atravesar las murallas, una garita militar construida en épocas posteriores me da la bienvenida al recinto.

Avenida del Palacio

Es ahora cuando me encuentro solo ante el enigmático bosque cuyos árboles y vegetación cubren casi por completo el cielo de una mañana de agosto. 

Comienzo lentamente a desplazarme por el empedrado portugués o calzada portuguesa. Se abre ante mí una avenida (Rua da Rainha) que parece no tener fin, flanqueada por enormes árboles. Hay un silencio absoluto. Solamente se escuchan las gotas de rocío de los árboles que impactan en el suelo tras mis pasos. Sigo andando y andando. Parece que el bosque me observa. Me paro y miro hacia atrás. Ahora mismo me encuentro en la mitad del camino. 

De repente, escucho un murmullo de una corriente brotando que impregna de música el bosque, el borboteo del agua en sus numerosas fuentes que se camuflan como un camaleón a través del paisaje.


Vegetación

Seis fuentes son las que dan sonido al inmenso Bosque de Buçaco: San Elías, Santa Teresa, San Silvestre, Fría, Carregal y Samaritana.

Pero es la Fuente de San Silvestre que con el susurro del agua me llama y me atrae. No la veo, pero la oigo. Me produce tanta quietud que en unos segundos me encuentro sentado ante ella viendo y escuchando cómo hace sonar el agua.

Tras unos minutos de trance, continúo el camino. Se abre ante mí un entramado de caminos, un laberinto de arterias que invitan a perderse por sus entrañas.

Yo, sigo la calzada empedrada, quiero llegar al bello Palacio de Buçaco. 

Unos cuantos metros más y aparece ante mis ojos, como de la nada, el espléndido edificio de estilo neo-manuelino, inspirado en edificios como el Monasterio de los Jerónimos o la Torre de Belém.

Custodiando el Palacio, y esculpida en su exterior, me da la bienvenida una escultura de una mujer alada con una espada en la mano doblegando a un águila bajo sus pies.

Palacio de Buçaco
Me quedo asombrado de tanta belleza. Me siento en un banco para observar una de las maravillas de Portugal. 

Mujer alada

Tras un breve descanso, continúo el recorrido por el recinto. Al rodear el palacio, me encuentro el Convento de Santa Cruz de los Carmelitas Descalzos. 

Fundado en 1628, la fachada está revestida de incrustaciones de cuarzo blanco y roca negra, el techo cubierto de corcho y las paredes del vestíbulo empedradas.

Fachada Convento de Santa Cruz
Y en su frontal, como faro que alumbra el convento, atisbo una gran cruz en armonía con el recinto.

Al fondo, sigue impasible la torre del palacio que me observará durante todo el recorrido.

Aprovecho unos minutos para memorizar el camino andado hasta aquí. Son momentos para la reflexión de toda la belleza que he absorbido a través de mis sentidos.


Cruz Convento de Santa Cruz

Pero aún me queda por descubrir la parte trasera del palacio y convento. A unos pasos desde donde me encuentro, se abre un espacio enorme y lleno de luz. Son los jardines del palacio (Jardim do Buçaco) formados por numerosos laberintos de entrada y salida.

Es un gran momento para pasear relajadamente y disfrutar de las preciosas vistas.

Es en este preciso lugar, donde se fusionan la historia y la naturaleza.

Junto al jardín, brota desde el interior de la tierra un estanque plateado, iluminado por los rayos del sol, que reflejan en sus aguas el Palacio de Buçaco.


Jardín de Buçaco

Todo está rodeado de vegetación, de plantas, flores, de gigantesca arboleda... la sensación de paz y tranquilidad es enorme. 

Miro al estanque, en ese momento cruzan sin indiferencia una pata seguidos por sus pequeños patitos.

Es idílica la imagen. Parece que no transcurre el tiempo en este lugar mágico.


Estanque de Buçaco

Retomo mis pasos de llegada. Me despido de los jardines, del convento, del palacio, de las fuentes... del recinto entero.
Atravieso la Gran Avenida (Rua da Rainha). Ahora sí me cruzo con otros turistas que comienzan a llegar al palacio.

Vuelvo a escuchar los susurros del agua que me cautivaron a mi llegada.

La Fuente de San Silvestre me está esperando para despedirse de mí. Me siento junto a ella y me acaricia con sus sonidos. Me cuenta al oído un secreto que nunca podré desvelar.

Continúo mi camino hacia otros lugares mágicos de Portugal.

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