Egipto. Pirámides de Guiza.

Son las 7 de la mañana. Hace ya dos horas que ha amanecido en El Cairo. Me dispongo a visitar las Pirámides de Guiza: Keops, Kefrén y Micerinos, junto a la enorme y bella Esfinge.

Son ya varios días los que llevo soñando con este momento. Mi itinerario comenzó días antes en un crucero por el Nilo descubriendo templos, museos y tumbas reales desde Asuán hasta Luxor.
Es el momento de conocer en directo, en primera persona las bellezas megalíticas de Guiza. Me encuentro hospedado en el Hotel Oasis. Son 13 minutos los que me separan de las pirámides. Me subo al autobús. En un primer momento no avisto las grandes pirámides, hay edificios y una arboleda que no me dejan verlas. Iniciamos el recorrido por la Avenida Alexandria Desert Rd. Han pasado 5 minutos y ahora sí, aparecen de la nada.

La primera que se ve a lo lejos es la Gran Pirámide de Keops, la más antigua y la más grande. Voy pegado literalmente a la ventana del autobús. No dejo de observar la enorme y bella construcción. Han pasado 10 minutos y ahora el autobús hace un cambio de sentido en dirección a la Avenida Al Mansoureya Rd. Minutos después y por la última Avenida Al Haram, nos topamos con el recinto de Guiza.



Bajo del autobús, hace ya un calor considerable. Me desplazo con rapidez para tener una vista global y general del lugar. Ahora mismo estoy justo enfrente de la Gran Pirámide de Keops. Es enorme, es bella, impresiona al tenerla tan cerca.

Me quedo unos segundos observándola. A mi alrededor hay mucha gente que va y viene para descubrir estas maravillas.
Reinicio la marcha y unos pasos más hacia el este, me encuentro la segunda belleza de Guiza: la Pirámide de Kefrén, algo más pequeña pero enorme a la vez.
Disfruto del entorno yendo y viniendo, haciéndome decenas de fotos para inmortalizar este momento.
Pero aún queda lo mejor y para mí lo más emocionante. Voy a descubrir las entrañas de la Gran Pirámide de Keops. Estoy preparado para hacer un viaje de regreso al pasado, exactamente voy a retroceder en el tiempo unos 2.570 años antes de Cristo cuando se terminó de construir la pirámide.

El interior de la pirámide se compone de tres cámaras principales: cámara del rey, cámara de la reina y la cámara subterránea. Yo iré directamente a ver el sarcófago del Faraón Keops.
Ya estoy en la entrada, situada en el lado norte. La adrenalina se me dispara. Cuento hasta 3 y allá voy. Tras unos metros de inicio desplazándome en posición erguida, llego hasta el corredor ascendente. Esta galería presenta una longitud aproximadamente de 50 metros. Pero no es solo eso, sino que el habitáculo es muy estrecho. Debo acoplarme al espacio posicionándome de cuclillas. Los latidos del corazón aumentan por momento. Miro hacia el fondo de la galería y no veo el final.

La luz es tenue, me voy cruzando con mucha gente que hace el recorrido inverso al mío. Hay que detenerse para que uno de los dos pase primero, ya que la anchura es muy reducida y hay que dejar paso. Comienzo a sudar más y más. El interior de la pirámide es como una sauna. Mis gotas impactan contra el suelo. En la mitad del camino me surge otro problema, la pequeña mochila que llevo acoplada en la espalda comienza a rozar en el techo por lo que no me deja desplazarme correctamente.

Me la quito y sigo subiendo por la galería ascendente mirando únicamente a los escalones que tengo debajo de mis pies. Ya quedan solamente unos metros para llegar a la siguiente galería. Por fin se acaba el primer tramo. Ahora ya puedo erguir mi cuerpo totalmente. He llegado a la Gran Galería que dará paso a la Cámara del Rey. Este espacio es diferente. En altura puede tener unos 8 metros. Su longitud es de unos 47 metros de largo y continúa ascendiendo. Mis latidos bajan de una forma radical aunque estoy empapado de sudor debido al calor del interior.

Ya se ve el final. Termina la Gran Galería y justo antes de entrar en la Cámara del Rey me encuentro la Antecámara, espacio muy reducido como la primera galería que da paso al sarcófago de Keops.

Por fin llegué. Me encuentro ahora en el habitáculo del Faraón. Espacio reducido y al fondo el sarcófago de granito. No me lo puedo creer, he regresado al pasado. Estoy en el interior del recinto funerario del Faraón.
Cuántas sensaciones.
Me detengo por unos minutos para memorizar todo el recorrido hasta llegar aquí. Estoy muy emocionado. Tras unas cuantas fotos, es hora de salir de la pirámide. Ahora en dirección opuesta. Desciendo.

Recorro de nuevo las diferentes galerías. Mi corazón ya no se altera, el camino ya lo conoce. Llego a la puerta de entrada y el sol impacta en mis ojos, recordándome que he regresado al presente. Hace un calor agobiante. Ya solamente me queda por ver la imponente Esfinge de Guiza. Allá voy.
La temperatura sigue subiendo. El calor de El Cairo es húmedo por lo que la sensación térmica es mayor.
La Gran Esfinge tiene una altura de unos 100 metros. Se dice que la cabeza puede representar al Faraón Kefrén teniendo el cuerpo forma de león.

Desde la parte frontal en la que me encuentro ahora, se puede observar justo detrás de ella la pirámide de Kefrén que parece estar custodiando a la esfinge.
Mi primera sensación al verla de frente es que estoy hipnotizado por su mirada. Me quedo absorto unos minutos frente a frente sin poder desviar la mirada.
El pasado y presente se unen en esos momentos.
Tras esa pausa me desplazo y me coloco en su lateral derecho, desde donde se puede observar la Gran Pirámide de Keops.

Preciosas imágenes.
Fotos de rigor y aquí acaba mi visita a las Pirámides de Guiza y Esfinge.
Por la tarde me desplazaría para conocer otros lugares, antiguas pirámides, tumbas y templos característicos de Menfis y Sakkara. Pero eso es ya otra historia.


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