Navidades para siempre
Quedan dos horas para que el autobús Madrid-Badajoz aparezca de la nada, atravesando la niebla de esa tarde invernal por las puertas de la estación pacense. Dos horas que se hacen interminables. Son ya nueve meses que han pasado desde la última vez que mi hermanito Michael y yo nos encontráramos en las playas de Mallorca… demasiado tiempo separados. Son ya las 15.00 horas y Michael acaba de llegar acompañado de Michelle. Ya está aquí de nuevo para pasar unas navidades inolvidables. Después de degustar los típicos productos extremeños que a ellos tanto les gustan (jamón, lomo, chorizo, queso…), visitamos el Casco Antiguo. Alcanzamos andando la Plaza Alta, porticada en gran parte, donde se celebraban bajo sus arcos los mercados en la Edad Media. Accedemos a la Alcazaba por la puerta principal. Desde allí subimos a la muralla recorriéndola paso a paso hasta avistar la famosa Torre de Espantaperros, conocida también como Torre de la Atalaya de origen almohade construida en 1169. Des