Nápoles, ciudad viva
Son las 11 de la noche y acabo de llegar a Nápoles. Parece ya un clásico que la aerolínea que me transporta desde el aeropuerto de Lisboa, se retrasa una hora. Llego a la salida y allí me espera con cara de agotado y de pocos amigos, mi guía que me llevará hasta el hotel situado en la Vía Duomo, al lado de la majestuosa y bellísima Catedral de Nápoles. Hace mucho calor, no sé cómo puede aguantar ir vestido con un traje de chaqueta. Arranca la furgoneta y comienza a toda velocidad a recorrer los 16 minutos que se tardan hasta llegar a mi hotel. Se me hacen eternos ya que parece que vamos huyendo de la policía, como una película de persecución. Poco a poco vamos adentrándonos en las interminables callejuelas que dibujan la ciudad de Nápoles. Poca luminosidad observo en las calles. Motos, no paran de aparecer decenas de scooters por todas partes, parecen salir de la nada como fantasmas. La ciudad está hecha para ellas, sin ninguna duda. Seguimos callejeando por calles tan estrechas que cr